Hace unas semanas tuve la oportunidad de participar en una entrevista sobre la ansiedad en la población infanto-juvenil, realizada por un grupo de estudiantes de 1º de Bachillerato de un I.E.S. de Logroño.
A continuación, recojo algunas de las preguntas que me plantearon:
¿Cuándo se considera que un paciente tiene ansiedad?
Para establecer que un paciente presenta un cuadro de ansiedad es necesario analizar diferentes aspectos.
En primer lugar, hay que distinguir entre las distintas patologías que pueden compartir signos de ansiedad (manifestaciones objetivas de una enfermedad). En segundo lugar, es fundamental identificar la causa que origina ese malestar. Es decir, determinar si estamos frente a una fobia específica, fobia social, agorafobia, trastorno de pánico, trastorno de ansiedad generalizada, entre otros.
Una vez identificado el trastorno o la causa, se valoran los síntomas (manifestaciones subjetivas) que presenta el paciente, los cuales pueden agruparse en tres niveles:
Sintomatología fisiológica: palpitaciones, dificultad para respirar, vértigo, mareo, temblores, sensación de pérdida de control, etc.
Pensamientos: ideas de muerte, angustia, anticipación catastrófica, entre otros.
Comportamiento: conductas de evitación de situaciones que generan ansiedad, como por ejemplo subir a un avión.
¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?
Los síntomas que aparecen en un ataque de ansiedad son muy diversos y pueden variar de una persona a otra.
El DSM-V, uno de los manuales de referencia que utilizamos los psicoterapeutas para clasificar y diagnosticar los distintos trastornos, recoge de forma categórica los signos más característicos. Entre ellos se encuentran:
Palpitaciones o aceleración del ritmo cardíaco
Sudoración excesiva
Temblores
Dificultad para respirar o sensación de ahogo
Dolor en el pecho
Malestar abdominal o náuseas
Mareos o sensación de desmayo
Escalofríos
Hormigueo en las extremidades
Sensación de desrealización o despersonalización
Sensación de pérdida de control o miedo a morir
Cada persona puede experimentar estos síntomas con distinta intensidad y en diferentes combinaciones, lo que explica por qué la ansiedad se vive de manera tan personal y única.
¿Se le da un trato diferente al paciente según el trastorno?
No. Todas las personas reciben el mismo trato por parte del psicoterapeuta, independientemente del motivo de su consulta. En cada proceso terapéutico se construye lo que llamamos alianza terapéutica, es decir, el vínculo entre paciente y psicoterapeuta. Este vínculo se basa en el respeto y la confianza mutua, y es la base para poder trabajar de manera adecuada los objetivos planteados y avanzar hacia los resultados esperados.
¿Qué debería hacer una persona en caso de que le esté dando un ataque de ansiedad?
Saber cómo calmar un ataque de ansiedad puede ayudar en esos instantes, aunque es importante recordar que solo trabajando sobre el origen del problema se puede lograr que los síntomas desaparezcan de manera estable.
Algunas recomendaciones para manejar la situación:
Identificar lo que está ocurriendo: reconocer que es un ataque de ansiedad y no otra cosa.
No dejar que te domine: cuestionar los pensamientos catastróficos y buscar ideas alternativas que te devuelvan calma.
Respirar conscientemente: la respiración diafragmática es una herramienta muy útil, aunque conviene practicarla con anterioridad.
Aceptar lo que sientes: no luchar contra la ansiedad, sino permitir que se exprese sabiendo que pasará.
Conectarte con el presente: fijarte en lo que ves, oyes o tocas a tu alrededor para volver al “aquí y ahora”.
¿Crees que es bueno que una persona con ansiedad haga terapia en grupo con otras personas que también la tienen?
Siempre he trabajado con los pacientes de forma individual. En el caso de la ansiedad, el trabajo grupal puede presentar ciertas dificultades, ya que cada persona manifiesta síntomas diferentes y, además, las causas que los originan también pueden variar mucho (un trastorno específico, un recuerdo traumático, o una situación concreta).
Por este motivo, considero que la psicoterapia individual resulta más adecuada para abordar la ansiedad, ya que permite un espacio personalizado, adaptado a la historia y las necesidades de cada paciente.
¿Qué tipo de personas son más propensas a tener ansiedad?
En mi opinión, no existen personas “más propensas” a tener ansiedad de forma generalizada. La ansiedad puede aparecer en cualquier persona, independientemente de su edad, personalidad o contexto. Lo que sí cambia son los factores de riesgo según la etapa evolutiva en la que se encuentre.
Por ejemplo, en la infancia pueden influir las experiencias de apego y la seguridad que el entorno proporcione; en la adolescencia, la presión social, los cambios corporales y la búsqueda de identidad; en la adultez, el ámbito laboral, las responsabilidades familiares o las relaciones de pareja; y en la vejez, las pérdidas o la soledad.
En definitiva, más que hablar de “personas propensas”, conviene hablar de momentos vitales y circunstancias que pueden favorecer la aparición de la ansiedad.
¿Cuánto crees que ha aumentado la ansiedad desde el Covid?
La pandemia ha sido un factor precipitante en la vida de muchas personas. Con esto quiero decir que ha actuado como detonante de la sintomatología ansiosa, aunque no necesariamente como su origen.
Es importante diferenciar: el Covid pudo intensificar o hacer visibles síntomas que ya estaban latentes, pero en la mayoría de los casos no fue la causa inicial. Por eso, cuando una persona presenta ansiedad desde la pandemia, conviene preguntarse: ¿qué estaba ocurriendo en su vida antes de que aparecieran los síntomas?. El análisis de la situación previa, junto con lo que la pandemia trajo consigo —aislamiento, incertidumbre, miedo, cambios en las rutinas—, nos ayuda a comprender mejor cómo se generó o se intensificó el malestar.
¿Por qué hoy en día los adolescentes tienen tanta ansiedad?
El origen de la ansiedad en los adolescentes suele estar relacionado con los grandes retos propios de esta etapa: la consolidación de la identidad, la exploración de la sexualidad, la búsqueda de aceptación social y los conflictos derivados de la independencia respecto a la familia.
Los síntomas más frecuentes que refieren son: miedo a las alturas, hablar en público, ruborizarse, preocupación excesiva por lo que han hecho o dicho, y una marcada conciencia de sí mismos. Además, en el período prepuberal y adolescente comienza a surgir mayor vulnerabilidad hacia otros trastornos de ansiedad, como el trastorno de pánico, la agorafobia o la fobia social.
¿Cómo crees que los familiares y amigos de una persona que sufre ansiedad deben actuar?
Es importante destacar que la responsabilidad principal recae en la propia persona, que debe identificar su malestar y aprender a gestionarlo. Tal y como comentábamos en la pregunta “¿Qué debería hacer una persona en caso de que le esté dando un ataque de ansiedad?”, el entorno no puede resolver la ansiedad por ella.
Sin embargo, familiares y amigos pueden cumplir un papel fundamental de acompañamiento emocional, mostrando comprensión, evitando juzgar, validando lo que la persona siente y ofreciéndose como apoyo. A veces, el simple hecho de saber que alguien está ahí, disponible y dispuesto a escuchar, puede marcar una gran diferencia.
La ansiedad es un reto real en nuestra sociedad, pero también es una oportunidad para hablar más de salud mental y darle el lugar que merece. Gracias a este tipo de espacios de reflexión y preguntas, seguimos construyendo conciencia y ofreciendo herramientas para afrontarla.
